La sanción de la Ley Artes al Aula marca un antes y un después para la educación en Colombia. Desde este momento, las artes y la cultura dejan de considerarse actividades complementarias o secundarias y pasan a ser un derecho garantizado en todas las instituciones educativas del país. La norma introduce un cambio profundo de paradigma: la formación artística se ubica en el centro del desarrollo humano, la identidad cultural y la construcción de paz, reconociendo que la educación no puede limitarse a lo académico, sino que debe abarcar la creatividad, la sensibilidad y la expresión.
Esta visión trasciende lo estético para reconocer el poder pedagógico, emocional, social y comunitario de las artes. La ley establece que disciplinas como la música, la danza, el teatro, la literatura, las artes plásticas y los saberes culturales deben integrarse de manera transversal a los procesos educativos, con el fin de fortalecer competencias creativas, socioemocionales, ciudadanas y comunicativas. La formación artística deja de ser una “asignatura” para transformarse en un componente estructural de la experiencia educativa.
En ese sentido, la ley plantea que todas las niñas, niños y jóvenes del sistema público deben tener acceso real, permanente y de calidad a la educación artística y cultural. Esto implica que las artes y la cultura se conviertan en ejes pedagógicos estructurales, que el cuerpo docente reciba formación en metodologías artísticas contemporáneas, que la escuela se articule con los ecosistemas culturales de su entorno y que, además, se dé prioridad a instituciones rurales y territorios históricamente excluidos. El propósito es claro: superar la visión fragmentada de la educación y avanzar hacia un enfoque integral, creativo y profundamente vinculado con la comunidad. Así, la formación artística deja de ser un proyecto temporal y se consolida como una política pública permanente.
En este proceso, el SINEFAC —el Sistema Nacional de Educación y Formación Artística y Cultural— desempeña un papel decisivo. Más que un programa, se convierte en el pilar institucional encargado de articular a los ministerios, los gobiernos territoriales, los docentes, los artistas, los gestores culturales y las comunidades. Su misión es asegurar que la ley se implemente de manera efectiva en los colegios públicos, integrar los niveles formal, no formal e informal de educación artística y conectar la escuela con casas de cultura, colectivos artísticos, procesos comunitarios y redes territoriales. El SINEFAC desarrolla lineamientos, impulsa la formación docente, promueve el acompañamiento técnico y fortalece la articulación regional, creando así las condiciones para que la educación artística se expanda más allá del salón de clase.
Gracias a esta estructura, la noción de “aula” se amplía y se resignifica: el territorio, la comunidad, la calle, la naturaleza o los espacios culturales también se convierten en escenarios legítimos de aprendizaje. La ley refuerza el propósito del SINEFAC de consolidar un ecosistema de educación cultural vivo, pertinente y equitativo, en el que la creatividad y los saberes territoriales tengan el lugar que merecen.
La importancia de esta transformación se refleja en varios niveles. En lo educativo, promueve una formación más humana y sensible, donde la imaginación, la expresión y las habilidades socioemocionales ocupan un papel fundamental. En lo cultural, permite que los estudiantes reconozcan y valoren las tradiciones, lenguas, memorias e identidades de sus territorios, fortaleciendo la diversidad que caracteriza al país. En lo social, contribuye a cerrar brechas históricas al priorizar zonas rurales y poblaciones con menor acceso cultural, y favorece la construcción de paz al ofrecer herramientas para tramitar conflictos, cultivar la empatía y fortalecer la convivencia. Y en el ámbito artístico, garantiza un respaldo institucional para docentes, artistas, organizaciones y gestores culturales, abriendo posibilidades de articulación, creación, investigación y sostenibilidad.
La Ley Artes al Aula es, en definitiva, una oportunidad histórica. No es solo una norma: es una invitación a reimaginar la educación desde la sensibilidad, la creatividad y la diversidad. Es una apuesta por dignificar el trabajo cultural, por fortalecer los lazos entre escuela y territorio, y por reconocer que el arte no es un lujo reservado para unos pocos, sino un derecho que transforma vidas, inspira futuros y teje paz. Con esta ley, Colombia se abre a la posibilidad de formar generaciones más libres, sensibles y conscientes de su cultura y de su realidad.
Por: Luz Marina Gómez Fries
Consejera Distrital de Cultura – Área de Artes Plásticas y Visuales
Santiago de Cali
https://luzdelmarconsejeradecultura.blogspot.com/
Voces y Miradas sobre las Artes Plásticas y Visuales en Cali
diciembre 03, 2025



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